El norte de África se rearma

Marruecos se rearma con la mejor tecnología. Su ejército es mastodóntico, y cuenta
con 320.000 militares. El reino espera recibir material muy sofisticado como cazas,
submarinos, drones, bombas y misiles ¿De dónde saca los medios el reino alauí y
cuáles son sus objetivos? La gran inversión contrasta con la ausencia de
infraestructuras en el interior del país y millones de pobres.
Estas compras masivas de armas sorprenden a muchos españoles, aunque en general,
se ignora casi todo sobre el reino alauí y su tradicional competencia con Argelia. En
España hay quien confunde una mezquita con una pagoda, y el desierto con las playas
de Tetuán, por eso los dromedarios esperan a algún turista despistado. Los magrebíes
son auténticos desconocidos. De hecho, en Algeciras o Ceuta hay quien se jacta de “no
pisar jamás África”. Un rosario de prejuicios se ciñe sobre el mauro asociado a la
arabidad y el islam. Sin embargo, la mayoría de los musulmanes en España son de
origen rifeño con dificultades para hablar el árabe. Incluso muchos de ellos relativizan
la cuestión religiosa. Prevalece aún una historia artificial de reconquistas, moriscos y el
protectorado de Franco.
El reparto colonial de la Conferencia de Algeciras (1906), no parecía una opción muy
inteligente para España. Las minas de hierro del Rif distaban mucho de ser un Potosí.
Instalarse en un marco geográfico tan estrecho, agreste e insumiso, era absurdo,
mientras que la auténtica potencia -Francia- desarrollaba el Marruecos útil, el de los
recursos y el gran comercio. Para los franceses, el protectorado “era una penetración a
través de una asociación estrecha administrada través de sus propios órganos de
gobierno…y no un sometimiento a nuestras libertades o por la fuerza”, escribió el
mariscal Lyautey. El resultado de aquel ingenio administrativo sobrevive: el reino alauí
es la puerta del África francófona (31 países en total).
Al trauma del protectorado hay que añadir el Sahara Occidental, lo que culminó con la
marcha/marea verde (1975), impulsada por el unificador (Hassan II). Es “la proeza y
epopeya de un pueblo”. No es para menos. Sin embargo, la ocupación del Sahara
(1975) y su coreografiada y pactada cesión resultó ilegal desde cualquier punto que se
mire. El abandono de este enorme territorio, equivalente casi a la superficie de Italia,
tiene otra lectura para el vecino: las fronteras se amplían o encogen al arbitrio de un
ejército poderoso, como en el siglo XIX y comienzos del XX.
Desde su creación, el reino alauí ha sorteado formidables barreras. Los años 70 del
siglo pasado eran delicados, pero alguien imaginó un Gran Marruecos, a pesar de las
repúblicas árabes y los intentos de asesinato de Hassan II. El fracaso de las intentonas
aumentó su carisma con una baraka formidable (Buraq, 1972 y Sjirat, 1971).
“Marruecos reconoció a Estados Unidos en 1777. Por tanto, lo correcto es que
reconozcamos su soberanía sobre el Sáhara Occidental”, escribió Trump en el tablón
de anuncios de tuiter. Luego, el embajador estadounidense David Fisher coaguló los
dos territorios en uno solo. Y anunció una inversión de 3.000 millones de dólares en
este nuevo Sinaí israelita. Sin embargo, las apreciaciones de todavía presidente de EE.

UU. parecen un tanto infantiles. ¿Qué deben los norteamericanos a España, país sin
cuya ayuda no hubieran alcanzado la independencia? Es absurdo un pago retroactivo
tan magnánimo de hechos simbólicos pasados.
¿Cuáles son los motivos para que un reino con tantas necesidades gaste un 30% más
en armas que el año anterior (2019)?
Desde aquí hay suspicacias tras la pretensión soberanista marroquí sobre las mestizas
Ceuta y Melilla, aunque por el momento, se trate del Sahara. Incluso el sueño
panmagrebí se atreve con las Canarias, enclave mítico y perdido de la cultura amazigh
(bereber). Al margen de estos edenes, la opinión es unánime: es preferible un
Marruecos estable a otro caótico. Alguien tiene que ejercer de policía del África
subsahariana. El rey y su majzén (gobierno asociado al monarca) son los custodios de la
inmigración, aunque parece que no pueden controlar todos los cayucos que salen de
las costas atlánticas, ni las riadas de africanos que se ocultan en los barrios más pobres
del país, o en los densos bosques fronterizos.
El rey es el emir al muminin (emir de los creyentes), una figura carismática y sagrada, la
encarnación de un poder benefactor. En una ocasión, un comerciante de coches de
Rabat (Nabil Sbai) tuvo la ocurrencia de disfrazarse del propio monarca. Usó las
mismas gafas y turbante amarillo para pasearse con un descapotable por Tetuán. Los
policías se cuadraban a su paso, mientras una muchedumbre se agolpa sobre el coche,
en busca de dádivas, hasta que un policía observa que no lleva escolta, y descubre el
fraude. A Sbai lo condenan a tres años de cárcel por suplantación de identidad. “Lo
volvería a hacer…hasta pasarme 100 años más en la cárcel, si es voluntad del rey”, dijo
el penado en una entrevista.
La familia real es una de las más ricas del mundo, gracias a la participación de Siger en
el holding familiar Al Mada. El prestigio de la monarquía alcanza varios países del
África Occidental. Hay que considerar a Marruecos como una auténtica potencia
cultural, porque exporta un “islam moderado”. A pesar del desinterés por Marruecos,
cientos de empresas patrias operan en el reino alauí. España es el principal socio
comercial del reino. Solo durante el año 2018, cerca de 900.000 marroquíes visitaron
nuestro país. Por primera vez, recibimos más turistas desde el reino alauí que en
sentido contrario.
Los vecinos no desaparecen, tan solo se transforman, y el vecino del sur tiene un
encanto especial. Cualquiera que haya visitado Marruecos sabe que esto es así. Sin
embargo, el Sahara es un territorio inmenso por el que compite media Europa. Y casi
todos prefieren la titularidad marroquí. El problema está en que, si la monarquía alauí
es sagrada, también las leyes internacionales lo son, aunque se vulneren con gran
facilidad.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *